jueves, 27 de septiembre de 2012

Acrotomofilia...

Hace algunos ayeres bromeaba con una amiga, sobre el logro sexual que yo representaba, ya que soy una persona amputada... 

Ahora he descubierto que existe la acrotomofilia esto es una parafilia consistente en sentir deseo sexual o preferencia sexual por alguien que tiene algún miembro amputado. El deseo sexual, en este caso, esta ligado o es dependiente del muñón o muñones de la pareja.

En una encuesta sobre acrotomofilia, Las amputaciones de piernas resultaron más atractivas que las amputaciones de brazos; las amputaciones de una sola extremidad más que amputaciones de ambos miembros y las amputaciones con muñón antes que amputaciones sin muñón.

No debe confundirse esta parafilia con la apotemnofilia o desorden de identidad de la integridad corporal, que consiste en sentir un deseo de ser amputado. Tampoco debe confundirse con la abasiofilia que es la atracción por las personas con movilidad reducida.

Y sinceramente hay mujeres hermosas amputadas como el caso de Aimee Mullins es una atleta, modelo, analista y actriz norteamericana, muy conocida por su desempeño atlético a pesar de tener ambas piernas amputadas. 




Y si les queda tiempo y ganas les dejo un extracto de "El libro de Caín" de Alexander Trocchi.

Poco a poco me pareció cada vez más guapa. Una vaga sorpresa. Era más alta de lo normal y su cuerpo era un tanto desmadejado, aunque misteriosamente atractivo. Su cara daba la impresión de ser arquetípica, sin edad, como la de un payaso joven. Llevaba el suave pelo castaño recogido en una desordenada cola de caballo, pero siempre unos cuantos mechones sueltos, que parecían permanentemente mojados, se le pegaban como plumas oscuras a la pálida piel de los hombros. Normalmente, llevaba una camiseta de hombre metida por la cintura en unos pantalones vaqueros muy desgastados. Sus ojos, de un verde grisáceo, eran brillantes, claros, luminosos; su mirada tenía algo de hipnótica, pues a veces encontraba difícil apartar mis ojos de los suyos…

Mientras colgaba la ropa se estiraba sobre la punta de sus pies, o de su pie, para ser más exacto, porque sólo tenía una pierna. Eso se notaba pronto, cuando la veías cojear, por el gesto en que se echaba a un lado, por el modo en que contoneaba las caderas para equilibrarse… Me puse a pensar en ella. Su imagen iba y venía, así que empecé a fijarla hablando en voz alta. Larguirucha, desgarbada, frente plana. Pechos. Tres pezones; uno de más para que el Demonio pudiera mamar. Mi reacción ante la pierna que faltaba. Treas, tras, tras cuando andaba bamboleándose sobre su pata de palo. Sólo el muñón color rosa, como un tubérculo que se secara. Y muy cerca de su coño. Quitarle la camiseta. El pecho casi plano y las tetas cayéndole, la una junto a la otra, hacia el ombligo. El cuerpo como pálido marfil. Sin edad. ¿Unos veintitrés años? Y la cara de payaso. No necesitaba más que una pierna. 



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