martes, 5 de junio de 2012

El pasado...

El silencio había pasado ya por un periodo prolongado de tiempo, el sol empezaba a caer sobre el horizonte. A lo lejos un grillo se escuchaba cantar y un viento veraniego soplaba cálido de una manera tranquila, que parecía arrullar a todas las flores del patio. 

Laila se encontraba sentada en una banca blanca, colocada en la esquina del patio, desde donde se podía admirar todo el trabajo excelso de jardinería, para ella era como una religión, aun antes de comer, llegaba a regar y saludar cada una de las plantas del jardín. Aunque en este momento lo que mas resaltaba dentro de esta belleza eran las lagrimas que recorrían su cara, parecía que el jardín se mimetizaba y compartía su tristeza. 

Azazel estaba aun lado de ella de pie mirando al horizonte, había pasado ya una eternidad desde la ultima palabra, gemido o susurro que hubiera salido de alguno de los dos. Azazel suspiro y antes de que pudiera decir algo, Laila ya se había adelantado. 
- ¿Por qué te vas, piensas aclarármelo, o solo huyes de lo que tienes?-. Y volteo a verlo para esperar una respuesta. Azael suspiro y se preparo ha hablar.
- Es momento de hacerlo, mi tiempo aquí a terminado y es hora de marcharme-.

Con un poco de rabia Laila se paro bruscamente, dio dos pasos he inmediatamente estaba frente a Azazel, viéndolo a los ojos muy cerca tan cerca que solo era cuestión de levantar un poco los labios para besarle. 
- ¿Acaso huyes? ¿O te he fallado?-. 
- No tengo que huir de nadie, ni de nada-. Entono con una pequeña sonrisa dibujada en su rostro. 
- ¿Entonces?- preguntaba ella con un poco de sorpresa, o mas bien sin entender ha esa persona que tenia enfrente. 
- ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Insististe en hablar conmigo y por mas que yo evitaba seguir la platica, tu insistías en seguir una conversación que no tenia rumbo y a veces sin sentido. Y de alguna manera me permite estar en esa situación. Después me tope una y otra vez contigo,no se si porque me seguías o porque era el destino era el que te ponía en mi camino y por mas que luche, me enamoraste y yo no puse ninguna objeción para que eso pasase. Sin embargo recuerdas que una vez te dije que no confiaras en mi-.

Laila bajo un poco la cabeza, un poco meditabunda, le tomo la mano a Azazel. 
- Si lo recuerdo, pero nunca he entendido ¿Por qué?-. 
- Esta bien es momento de explicártelo, tratare de no ser muy minucioso en detalles banales. Todo remonta a mi pasado, a ese tema que nunca toque contigo, de pequeño fui una persona feliz sin preocupaciones como debería de ser todo niño, vivía en la capital norte con mis dos padres, era el foco de atención de ellos. Los cuidados excesivos de mi madre me convirtieron en un niño indefenso ante los demás, mi arma siempre era el llanto. Las épocas vacacionales de la escuela eran lo mejor de cada año, viaja a al sur a visitar a las familia, eran épocas buenas. A veces cuando suelo estar deprimido recuerdo esos viajes. Ya tenia 14 años y mi vida seguía siendo lineal, pero ese año si había algo que era diferente, Ya que eran épocas navideñas tenia ya una semana de haber salido de la escuela y seguíamos en la capital. 

Laila le hizo un gesto para que Azazel tomara asiento a su lado en la banca. Con una sonrisa el se acomodo al su lado derecho y continuo la platica viendo al fondo del patio que se empezaba hacer consumido por la noche que comenzaba a caer. 

- Asumía que no nos íbamos porque mi madre seguía trabajando, era enfermera y trabaja por las noches un día si y un día no; esa ultima noche de trabajo era 21 de diciembre  y estaba con mi padre en la sala viendo el box en la televisión y yo lo acompañaba sentado en un sillón. Llego el sueño y me dormi, no supe cuanto mas duro él despierto, al otro día por la mañana muy temprano mi papa estaba cocinando, mi madre no había llegado, ni siquiera estaba cerca su hora de llegada, termino de guisar, se cambio y me dijo "te hice huevos con salchicha para que desayunes, dile a tu mama que me lleve el carro voy a salir de la capital a trabajar"-. En este momento Azazel soltó una risa burlesca. - Esa es la razón por la que odio lo huevos con salchicha-. Y dejo que el silencio se apoderada del ambiente.

Azazel seguía en silencio como si estuviera concentrado en evitar algo - Creo que estoy entrando en mucho detalle y te estoy haciendo perder tu tiempo-. Laila le tomo la mano, sonrió y le dijo - A tu lado no pierdo nada continua-.

Un suspiro y uno mas de parte de Azazel para romper el silencio de nuevo.

- Era 22 de diciembre y obvio tenia la ilusión de la navidad, tanta caricatura e historias maravillosas te hacen creer en los milagros cuando eres pequeño, por la tarde mi madre me dio dinero me dijo que era para que comiera que ella volvía al siguiente día, fue mentira pasaron 3 días y mi madre se apareció hasta el cuarto en la noche, esos milagro navideños no existían y lo había descubierto con una navidad en soledad. Ese cuarto día que llego mi madre, me fui a dormir y lo creas o no por azares del destino desperté en una platica telefónica que estaba teniendo mi madre, el remedio de padre que tenia me había negado y se estaba casando en otra ciudad argumentado que ya estaba divorciado y que nos había dejado casa y dinero para mantener mis estudios hasta la universidad. Ese fue mi parte aguas, eso oculto todo ese niño tierno y enclenque, mi madre se fue de la capital al sur, obvio me llevo aunque intente rehusarme. 

- Lo siento-. comento Laila en un intento de dar ánimos. Azazel hizo caso omiso a esas palabras y continuo:

- En el Sur me aleje del seno materno, deje mi hogar, conocí la libertad y la soledad, conozco sus peligros y ventajas y me llevo muy bien con ellos. Mis recuerdos de la infancia ya no me interesan, sobretodo porque ya soy suficientemente mayor para que me den placer. Y a pesar de mi libertad y soledad continué mis estudios bajos mis propios medios y he trabajado en lo que he podido hasta terminarlos. Al terminar mis estudios no ejercí de inmediato eso que había estudiado, de hecho mi primer trabajo después salir de la universidad,fue en una panadería aunque no lo creas, era el menos apto de todos, pero era el mejor iba vestido el día de la entrevista, y no presumo que llevara ropa de clase, solo me acompañe del único saco que tenia. Estuve un tiempo en este trabajo el pago era malo, sin embargo no pasaba hambres ya que después de mis alimentos siempre remataba con un pan recién salido del horno. Era tanto mi duda de haber obtenido el trabajo por un pedazo de tela que en una ocasión fui a una entrevista de trabajo lo mas descuidado que pude y ni siquiera pase de la recepción. He viajado por todo el sur trabajando de lo que sea menos para lo que me prepare y ha excepción de los panes que tome en mi primer trabajo no he robado, mas que una vez. Tenia hambre nunca había llegado a ese punto, había pasado otra veces por ese mala necesidad de comer, pero en esa ocasión había tocado fondo. Estaba en el parque central de la capital Sur y se me acerco la chica mas bella del mundo. Y no, no es lo que estas pensando... era una niña de cinco años aproximadamente, si no es que menos. Y si la llamo bonita es a lo mejor para compensarle el robo. Llevaba un paquete de frituras recién abiertos. Los padre debería de estar cerca pero en ese momento ni lo pensé, la niña ni grito, ni lloro que yo recuerde, momento después yo estaba ya a miles cuadras devorando las frituras. 

Había lagrimas corriendo por las mejillas de Laila. 

- Es la segunda vez que lo cuento, la primera fue a una mujer también, pero las mujeres no comprenden nada.  Me equivoque, ella solo quería un hogar definitivo. Vivo así porque quiero, porque no se vivir de otro modo, la vida como lo entiende la mayoría no tiene valor para mi. No me gusta estar agarrado,  la vida es un pulpo con muchos tentáculos que buscan mantenerte preso. Y cuando pasa eso es necesario cortarlos aunque a veces eso duela. 

- Lo medio entiendo-. Replico Laila - Pero eso no conduce a nada útil-. 
- La utilidad no es algo que me preocupe. 
- Pero Azazel hasta cuando por que provocarte tanto daño, tanto disgusto. ¿Por qué eres una persona tan dura, contigo mismo? 
- ¿Duro? No. Soy frágil, créeme. Y es la certeza de esa fragilidad la que me hace huir. 
- Entiendo tu metáfora de los tentáculos. Pero creo que por mas que cortes, creo que habrá uno que quede y acabara por atraparte. 
- Nunca te había visto tan filosófica, pero espero que el día en que que ese tentáculo indestructible me alcance, se llame muerte. 

Azazel se puso de pie, tomo la mano de Laila, le beso la frente y salio de ese patio que ya estaba cubierto por las sombras de la noche. Laila nunca lo volvió a ver pero tampoco volvió a llorar por él, porque sabia que de alguna u otra manera él la llevaba a su lado. 

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